AÑO EN FORMACIÓN
Año 2
PARROQUIA INICIAL
San Eduardo (Dana Point)
San Joaquín (Costa Mesa)
CUMPLEAÑOS
14 de noviembre
SEMINARIO
COCINA FAVORITA
brasileño
CARRERA DE INTERÉS ANTES DEL SEMINARIO:
Skater profesional
EQUIPO DEPORTIVO FAVORITO
los Lakers de Los Angeles
ANTECEDENTES
Nací en Glendale, California el 14 de noviembre de 2000. Soy el mayor de cuatro hermanos, crecí en Dana Point y me gradué de la educación en línea. Estoy muy involucrado en el ministerio juvenil, S.U.R.F (Sirviendo bajo nuestro padre legítimo) en mi parroquia natal, St. Edward the Confessor en Dana Point.
¿Cuáles son algunos de los factores que llevaron a su decisión de ingresar al seminario y discernir la cuestión de la vocación al sacerdocio?
A la edad de dos años me diagnosticaron estenosis aórtica severa, lo que significaba que no fluía suficiente sangre a través de mi cuerpo, lo que hacía que mi corazón se esforzara más para proporcionar sangre. Una noche tuve un sueño y dentro del sueño escuché las palabras “Entrégate a mí y te sanaré”. A la edad de nueve años tenía programada una operación cardíaca importante, aunque cuando fui una semana antes para obtener los resultados de confirmación, descubrí que mi condición había cambiado repentinamente de muy grave a muy leve y fue en este punto que Me acordé de mi sueño de hace algún tiempo y decidí que me entregaría a Dios para servirle en todo lo posible.
¿Quiénes son algunas de las personas que influyeron en su decisión de ingresar al seminario? ¿Qué es lo que te ayudó?
Algunas personas que me han influenciado en el camino han sido mis padres, ya que siempre me han animado a seguir lo que es fiel a Dios y han sido excelentes ejemplos de ser buenos administradores de nuestro Señor en mi vida. Otra persona que me ha influido ha sido mi ministra de jóvenes, Laura Schuberg. Su entusiasmo por estar involucrada en el entorno juvenil de una parroquia siempre ha sido algo muy hermoso a mis ojos.
Describe el momento en que supiste que querías dar los siguientes pasos para convertirte en sacerdote.
Tan pronto como escuché las palabras de mi cardiólogo que “tal vez tenías más personas orando por ti de lo que habías imaginado”. Me invadió este sentimiento de alegría y agradecimiento a nuestro Señor por concederme este milagro.